Historia de la animación

En las manifestaciones artísticas, desde que se conocen, la especie humana ha intentado representar la ilusión del movimiento, en las pinturas rupestres, o en el arte egipcio y griego, o las sombras chinescas. Sin embargo, fue Anthonasius Kircher el que en 1640 inventó la Linterna mágica, con la que proyectaba diversas fases de un movimiento mediante grabados en cristales, que cambiaba de forma mecánica.

En 1824, Peter Mark Roget descubrió el «Principio de Persistencia de la Visión», fundamento en el que se basan todas las imágenes proyectadas que conocemos hoy en día. Demostraba que el ojo humano retiene la imagen que ve durante el tiempo suficiente para ser sustituida por otra, y así sucesivamente, hasta realizar un movimiento completo y el Dr. John Ayrton Paris puso a la venta en Londres el taumatropo. Primer juguete óptico que explota la persistencia de la imagen sobre la retina, compuesto de un disco y de hilos vinculados a las extremidades de su diámetro. Sobre cada cara hay un dibujo; al hacer girar sobre un eje el disco, se ven simultáneamente los 2 dibujos.
En 1828, Joseph Plateau (Belgica, 1801-1883) estableció que una impresión luminosa recibida sobre la retina persiste 1 de segundo después de la desaparición de la imagen; concluye que imágenes que se suceden a más de 10 por segundo dan la ilusión del movimiento (el descubrimiento del principio de persistencia de las impresiones retinianas se remonta al siglo II.).

Dos personas, no se sabe quien lo hizo antes que el otro, inventaron las primeras ruedas de este tipo en 1832. Simon Ritter von Stamfer, de Viena, en Austria, que le llamó Stroboscopio, y el mismo Joseph Plateau, que le llamó Phenakistoscopio. Estos fueron los primeros instrumentos capaces de crear la impresión de una imagen que se movía realmente.

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